A lo largo de la historia, los seres humanos hemos mantenido una compleja relación con el alcohol debido a sus efectos, ya que su consumo nos relaja y nos da una mayor confianza en situaciones sociales, sin embargo, esta droga puede cambiar rápidamente nuestro estado de ánimo creando una dependencia bastante peligrosa.
Y no estamos aquí para satanizar su consumo, al contrario, vamos a analizar el porqué es tan adictivo. Resulta que su consumo produce un súbito de endorfinas en el cerebro que nos producen una sensación de bienestar (hasta aquí todo bien), pero también actúa como un depresor.
El alcohol activa nuestro sistema de neurotransmisores -los compuestos químicos que transmiten las señales que controlan los procesos mentales como la conducta y las emociones- los llamados gaba y glutamato. Cuando bebemos gaba nos hace sentir muy bien, pero cuando no lo hacemos glutamato se vuelve hiperactivo, lo que te hace sentir ansioso y sentir que necesitas tener otro trago de alcohol.
Entonces, ¿qué sucede? Bebemos tratando de encontrar una sensación de bienestar momentáneo, -a mí gusta más llamarlo un silenciador de emociones- que nos hace sentir bien y nos regresa al presente, la factura llega cuando nos sentimos con resaca. Esto se convierte en un círculo vicioso que está muy normalizado y que en mi caso mantuve por añoooooooooos, ¿la razón? NO SABÍA CANALIZAR MIS EMOCIONES.
En realidad, me parecía más fácil evitarlas bebiendo que enfrentarlas y trabajarlas. Por ejemplo, el beber me hacía mucho más sociable y no entendía el por qué, hasta que comencé terapia y me di cuenta que tenía ansiedad social combinada con una muy baja autoestima, por esa razón, el alcohol me hacía sentirme más segura de mi misma, al igual que me permitía ser más abierta con mis emociones y abrazar mi vulnerabilidad.
Inconscientemente mantuve este tipo de hábitos porque era lo que me hacía conectar de alguna manera conmigo misma, de hecho, en algún momento mi felicidad dependía de que llegará el jueves para comenzar a beber. Ok, ¿sabes lo triste que sonó eso?
Y la intención de este artículo no es decirte que dejes el alcohol, el objetivo se centra más en el ¿POR QUÉ Y PARA QUÉ BEBES? Déjame decirte que consumirlo hasta perder la razón no es una situación normal, aunque socialmente lo veamos como algo muy común no es algo sano.
Un detonante cómo este puede, de hecho, puede potencializar esas emociones mal canalizadas, tal vez por eso en la fiesta tu amigo se convierte en alguien irreconocible o traspasa límites que sobrio respetaría, porque se siente más seguro de sacar todo eso que no ha trabajado llevándolo a niveles donde inclusive hasta haya violencia.
Así que, por muy normalizado que lo tengamos tenemos que hacer un auto análisis de porque tenemos estas conductas autodestructivas, créeme que el consumo de drogas no es el único camino para encontrar respuestas y sanar.
-Sé consciente de cómo te sientes
-No niegues lo que sientes
-Trata de descubrir por qué te sientes de esa manera
-No busques un culpable
-Acepta todas tus emociones como naturales y comprensibles
-Piensa cuál es la mejor manera de expresar tu emoción
-Aprende a cambiar tu estado de ánimo
-Favorece las emociones positivas
-Busca apoyo
Comparte tu opinión acerca de este tema, gracias por leer.
LEE MÁS: Vacío: Me siento perdido, ¿qué hago?